LA
ÉTICA PERIODÍSTICA PARA PRESERVAR EL DERECHO DE LA COMUNICACIÓN
Laura Victoria Márquez Tisnéss
Nunca antes la función de
informar ha tenido mayor responsabilidad y, a su vez, se encuentra con los
mayores obstáculos. La responsabilidad se la asigna al informador, una sociedad
democrática que hace valer su derecho fundamental a ser informado con veracidad
y sin ocultación premeditada.[1]
Dado que la realidad es un
asunto de alta complejidad, tratar de interpretarla con responsabilidad la convierte en algo
doblemente dificultoso. Justamente este
es el trabajo de un periodista que ejerce su profesión de manera crítica y
profesional, pues en ausencia de este compromiso, la labor periodística pierde su
carácter de eficacia y se convierte en una herramienta de control en función de
las estrategias del poder.
Hoy es necesario hablar de
Derecho de la Comunicación más que el Derecho meramente de la Información para
referirnos a todo lo que se relacione con el derecho a expresarse, a recibir
noticias de actualidad y difundirlas, a dialogar y opinar y tratar de difundir
orientaciones, criterios, y a cualquier fenómeno que sirva para relacionar
personas en orden a su vida en sociedad. El hombre tiene derecho a la Comunicación,
porque ésta le es imprescindible para
vivir en la comunidad a la que también tiene derecho.
El derecho debe estar fundamentado en la moral, por ello, la libertad de expresión no significa expresar sin limitación alguna; bien dice Raúl Rivadeneria[2], para que el periodista pueda cumplir plena y libremente su misión de servicio, es necesario que se forma integralmente: en el conocimiento de las ciencias y técnicas de la información, en la cultura universal y en la teoría y práctica de la ética; requiere de una sólida formación intelectual y moral.
El derecho a elaborar,
recibir y transmitir noticias propias de la comunicación persuasiva como lo son
la publicidad y la propaganda, es igualmente un derecho fundamental; su
carácter antiético lo aluce cuando de manera imperceptible, los periodistas, en
los medios de difusión masiva, muestran dicha información persuasiva con un
carácter verídico y neutral, influyendo en las opiniones del receptor y
obstaculizando el derecho de éste a recibir un hecho noticioso veraz y objetivo,
aunque es cierto que no hay una
objetividad absoluta, pues los mensajes son elaborados por seres libres y que
las influencias de todo tipo afectan a los profesionales de la Información en
diverso grado, la Comunicación requiere de esa exigencia de verdad para que sea
humana, racional, conveniente y útil para vivir en sociedad.
El ideal ético del
periodista consiste en alcanzar la verdad sobre un hecho noticiable y
comunicarla, y en este caso también equivaldría a interpretarla, exponerla y opinarla responsablemente[3]. El receptor, en algunos casos, querrá recibir
mensajes meramente informativos y en otros desea conocer el pensamiento, la
doctrina de alguien, el programa de un partido político o simplemente conocer
las especificaciones y precios de un producto, por lo que es inminente
brindarle al receptor el derecho a conocer el carácter de la información que
está consumiendo, para que él, obteniendo la informaron necesaria, pueda tomar decisiones
y opinar libre y democráticamente acerca de dichos temas.
Otra querella moral y ética
se libera con el hecho de que las informaciones publicadas por los medios no
son contrarias a los intereses económicos de la empresa editora. Según Chomsky[4] el control de la
información se genera por parte de las elites políticas y económicas; los
grandes grupos empresariales asociados a los sucesivos gobiernos, controlan
estos medios para evitar que el común de la gente pueda decidir por sí misma el
rumbo de sus vidas sin recurrir a una represión directa propia de los regímenes
autoritarios, en los que el gobierno obliga abiertamente a considerar como
verdad su opinión o su ideología propia y la impone coactivamente a todos los
medios; por tal motivo el profesional no puede hacer y no hace realmente
información, sino propaganda política.
Data el mismo autor que, el
tamaño de los medíos de comunicación debe ser grande en su estructura y
divulgación para ser rentables, por lo que deben noticiar lo que les interesa a
las elites que hacen donaciones y dado que el beneplácito de la publicidad es la que paga en gran parte la sostenibilidad de
estas corporaciones informativas, deben complacer en sus publicaciones las
doctrinas de las empresas pautantes o por lo menos no atentar contra sus
intereses particulares.
El acceso a la información
se limita a las fuentes gubernamentales o de las grandes empresas; son de estos
sitios parciales de donde los periodistas obtienen sus reportajes y hechos
noticiosos que se desentienden de cualquier carácter veraz y objetivo.
Por ende surge la censura
periodística como un gran problema en todas las naciones, si el redactor
discrepa de la línea editorial de la publicación, no podrá emitir dicha información.
Entonces se entra en la difícil dualidad entre ser un periodista ético y no atacar
sus principios aun siendo parte de las cifras de desempleo, o ser un periodista
que distorsiona la realidad intencionadamente y convertirse en corrupto.
Actualmente, el público es
cada día más culto y distingue con mayor facilidad entre los mensajes
informativos y los que se presentan como tales y no lo son[4]. Pero no basta con que el
receptor no se deje engañar, lo ideal es que el emisor no engañe, para lo que
es necesario ponerse de acuerdo en que el primer criterio ético de este Derecho es el de distinguir
entre Información, Publicidad y Propaganda, dentro del amplísimo fenómeno
sociológico de la Comunicación. Esto se forja con una buena formación
profesional que integre los principios deontológicos, que acostumbre al futuro
profesional a distinguir y valorar los modos comunicativos, dando al público
información dotada de veracidad y libre de cualquier forma de engaño por vaga
que sea, es punto de partida para el ejercicio pleno y responsable del
periodismo o de cualquiera de las maneras conocidas o que se puedan conocer de
ejercer profesionalmente la Comunicación.
[1]
Vásquez, 1991 (s.f) recuperado el 25 de agosto de 2012 de: http://www.teccomstudies.com/numeros/revista-1/135-contenidos-en-la-red-deontologia-periodistica-y-etica-de-la-informacion-un-binomio-inseparable-para-la-expansion-del-periodismo-digital
[2] Denisse Flores, Periodismo ético ¿es posible? (s.f) recuperado el 25 de
agosto de 2012 de: http://www.politicas.unam.mx/sae/portalestudiantil/comunicacion/periodismo/pdf/PeriodismoEtico.pdf
[3] Manuel Fernández Areal, La ética como base del Derecho de la
Información. 1er Congreso Internacional de Ética y Derecho a LA Información.
[4] Manuel Fernández Areal,
La ética como base del Derecho de la Información. 1er Congreso Internacional de
Ética y Derecho a LA Información.
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